“[...] De pronto, un grito de asombro se me escapó del pecho. Al doblar un recodo, una ancha llanura, plana, bañada por el sol, se dilató ante mis ojos. Estaba en el Alto del Roble, la soberbia puerta que da ingreso á la Sabana de Bogotá. [...] ¡estaba á 2.700 metros sobre el nivel del mar! ¿Qué capricho de la naturaleza tendió esa pampa en las cumbres? ¡Como ve el ojo más ignorante que aquello debió ser en los tiempos primitivos el lecho de un inmenso lago superior! La impresión es profunda por el contraste; en vano viene el espíritu preparado, el hecho ultrapasa toda expectativa.”

Miguel Cané.Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia (1881-1882) Colcultura. Bogotá. 1992.

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La Sabana de Bogotá concentra alrededor del 25% de la población colombiana, pues allí se ubica la capital del país y diversos municipios satélite. El crecimiento demográfico de las últimas décadas ha implicado un rápido proceso de transformación de este territorio, que pasó de ser el lecho de un antiguo lago pleistocénico colmado de camellones, a una planicie inundable con cultivos y pastos para ganado, y en la actualidad una inmensa metrópoli que concentra las actividades comerciales e industriales del país. Lo anterior ha implicado que se congregue aquí una población heterogénea, y en gran parte migrante, que aunque se beneficia de las oportunidades que brinda la Sabana, suele desconocer sus particulares características ecológicas y los procesos históricos que la llevaron a ser lo que es hoy. Esto ha traído como consecuencias la degradación ambiental y el olvido de las huellas de su  devenir histórico que constituyen su patrimonio cultural.

 

En este sentido, el proyecto Sabanografías se presenta como una propuesta de divulgación para invitar a conocer, recorrer, recuperar y apropiar la memoria del territorio de la Sabana de Bogotá, tomando como principal fuente, y excusa, imágenes poco conocidas (dibujos, grabados, planos, mapas, fotografías, etc.) que sobre sus diversos aspectos se han producido a lo largo del tiempo.

 

En últimas, le queremos apostar a inspirar en los lectores el mismo sentimiento de “impresión profunda” que expresó el viajero argentino Miguel Cané en 1881, al divisar por primera vez la Sabana tras un penoso viaje remontando la cordillera desde el Magdalena; y a tener siempre presente que el suelo que hoy pisamos no es simple arcilla y asfalto, sino que lleva implícitos sustratos milenarios conformados por el legado de cientos de generaciones que nos han antecedido.